miércoles, 2 de febrero de 2011

CENA ROMÁNTICA


                                                      Doug Paisley: cena para dos.

   Uno se encuentra, y ya es difícil en la actualidad, con discos que no espera. Este es uno de ellos. “Constant Companion” (No quarter, 2010) -número 7 en nuestra lista de los mejores discos del 2010-, es un álbum para degustar en compañía íntima. Una cita, la cena lista y unas velas para ambientar. Ideal. Música perfecta para dar cobijo a esas primeras miradas y gestos de complicidad. El artífice de una de las sorpresas más agradables del año que termina, se llama Doug Paisley y es natural de Toronto, Canadá. Su música tiene lugares comunes con la de su compatriota Ron Sexsmith, esa cadencia dulce y tierna, que curiosamente nace de la nieve y del hielo del vecino norteamericano.

   Este trovador exquisito, engancha, mucho. El disco se abre con una irresistible melodía de guitarra acústica que desemboca en un orgasmo de teclados con un toque “naïve”, nada más y nada menos que acariciados magistralmente por su paisano Garth Hudson, teclista de The Band, sobran las palabras. “No one but you”, el entrante de la velada, es una delicatessen. Cuando sirves la primera copa de vino tinto el aroma es embriagador, “What I saw”. Sin darte cuenta la has terminado, quieres otra.Antes de traer el primer plato, lo mejor es dejar que las palabras fluyan amablemente por tu garganta y se crucen con las de la receptora. Para evitar que todo se quede frío hay que continuar sin más, “Don´t make me wait”. El segundo plato es algo que recordarás al final del día - imposible no levitar con los sonidos que emite el órgano de Garth Hudson-, “End of the day”. La invitada saborea apaciblemente el sabor, está casi conquistada. Cuando llega el postre, el reposo y la magia sobrevuelan el salón, la atmósfera desprende un tono azul cielo “Bluebird”. Te han enseñado a decir adiós siempre que tienes que partir, pero de esta cena romántica: “no quieres marcharte nunca”, susurra una voz interior. Aún así no lo olvides: “Always say goodbye”. Siempre tendemos a lanzarnos después del cava, con el brindis, las burbujas son traicioneras, pero a veces ayudan. Es el momento, “O´ Heart”, no hay nada que ocultar. La cosa está que arde. Ahí de pie, con la mirada clavada, te sientes sólo ante el peligro: “I stand alone”, teclados de fondo y el postre en la mesa. Ni que decir que el café se ha quedado frío. Ha llegado la hora de la verdad, cierras los párpados, tragas saliva y das el primer paso. La quieres besar. No hay vuelta atrás. Es una noche perfecta, nada puede salir mal. Vuestros labios se juntan. La banda sonora tampoco falla, suspiras con el alma y apuntas: “Come here my love”. Sonríes y con el corazón pareces decir: “Gracias Canadá”.


Javier Mateos


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