miércoles, 6 de julio de 2011

Brian Eno/Rick Holland: 'Drums Between the Bells'. Reviewed

Brian Eno, padre de muchas cosas, entre ellas de la música 'ambient' (¡ahí es nada!), ha regresado a la actividad musical en unos años en los que su producción propia no ha dejado de manifestarse. A parte de sus constantes trabajos como productor - en muchas ocasiones más que eso-, suyas son las reorientaciones de grandes artistas como: David Bowie, U2 o Coldplay, y además de su trabajos en el campo audiovisual, encuentra tiempo para editar sus propios discos. Desde la edición de "Another day on Earth" 2005, donde la novedad era que Eno volvía a editar un disco cantado, no ha parado. Pasarían cinco años hasta la aparición del aditivo "Small Craft on a Milk Sea" (su primero con el mítico sello Warp), álbum en el que intercalaba el electro-rock más arrebatador con esas atmósferas tan relajantes y gratificantes que siempre ha sabido construir de manera tan matemáticamente perfecta. Sí además, contamos su trabajo con David Byrne en el 2008, vemos que su producción ha sido constante.
Ahora nos llega su nueva obra, esta vez la música está inspirada en las palabras del poeta Rick Holland: "Drums Between the Bells" (2011,Warp). Parece increíble que a estas alturas de la vida Brian Eno pueda ser capaz de emocionarnos como si fuese la primera vez, como el primer beso o la primera caricia. Así trascurre esta preciosa colección de "spoken songs" (leídas más que cantadas, por diferentes voces), donde todo gira en torno a los 'poemas' de su acompañante en este viaje fascinante entre atmósferas ensoñadoras e historias humanas que a veces transforman lo carnal en androide. El disco se abre con ese toque de electro-jazz que es 'Bless this Space'. La siguiente 'Glitch', posee las grandes marcas de la casa: melodía inicial inquietante, que desemboca en ese pop etéreo que ha marcado tanto su obra como la de muchos de los artistas con los que ha colaborado (podemos pensar en 'Lemon' de U2). Tras este comienzo tan movido, Eno se cubre de mantos blancos y cegadores que nos evocan paisajes minimalistas donde impera la soledad del individuo en el espacio (nunca mejor dicho). 'Dreambirds' o 'The Real', dan buena muestra de ello. Pero es en "Pour it Out' donde nuestros corazones se encojen. Uno de los momentos más apasionantes e ingrávitos que nos ha brindado Eno en estas últimas décadas. De belleza extrema y con reflexiones escalofriantes: "Beautiful as rocks amog atomic seas...", es justo en este instante cuando la banda sonora abraza estas fascinantes palabras y comienza una historia de amor que no se rompe hasta que el silencio se hace dueño del dolor.
'Seedpods' nos empuja, después de la placentera visión anterior, con esos paseos por la nocturnidad londinense. 'The Airman' plantea aspectos más complejos en la crisis existencial del ser humano: somos meros y diminutos puntos en el universo. Con melodías más asfixiantes, para así plasmar ese duda razonable que el texto de Rick Holland escupe sin cesar: "Where we are?, Where we are?".

'Fierces Aisles of Light' recrea en su música, con una magistral capacidad sonórica, ese tren sin destino en que a veces se convierte la vida. Parece que en este viaje espiritual poco o nada importa el tiempo, se está tan bien, tan relajado, que nos balanceamos sin querer por las dudas existenciales como si en realidad se tratasen de consejos palpables. 'A Title' es otra de esas victorias en este nuevo trabajo del maestro Eno. El aire se torna en gas oxigenado cuando esa especie de oración espacial que es 'Cloud 4', nos envuelve y nos eleva muy lejos. Antes de acabar el genio intenta mostrarnos el sonido del silencio, que desemboca irremediablemente en ese opaco y fascinante final llamado 'Breath of Crows'. Sin respiración natural, aunque asistida, nos quedamos ante este golpe de efecto de Brian Eno, genio entre los genios. Quien diga lo contrario, miente como un bellaco. El día que su increíble y abrumadora capacidad creativa nos abandone, nos daremos cuenta de que tuvimos el privilegio de vivir en los mismos tiempos que el Picasso del pop.

Javier Mateos


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