Ahora nos toca vivir una nueva década y unos tiempos donde al autoedición es algo muy positivo, pero también un coladero. Las redes sociales no hacen más que ofrecernos aprendices de brujo sin ser aún magos de ningún reino. Así, de esta manera, comenzaron a surgir nuevos nombres a la misma velocidad que surgían festivales por cualquier pueblo. La música en directo se convirtió en una moda. Los pasadores en el pelo se consolidaban y el regusto por sentirse "pop" y demostrarlo era un mismo reto. Ahora todo se ha vuelto viscoso, la música es como una especie de "Bershka" ( está por todas partes) ya no hay tribus urbanas - las que hay están escondidas y marginadas en los subsuelos de las grandes ciudades-.
De todo esto, como si de un "tsunami pop" se tratase, comenzaron a surgir grupos de debajo de las piedras, todos con una calidad discutible, pero algunos con un apoyo mediático que huele a podrido en muchos aspectos: Los Punsetes (atrapados en Malasaña), Ornamento y Delito (forzados), Mishima (un misterio), Love of Lesbian ( todas iguales), Pony Bravo (vía crucis), Joe Crepúsculo (desastroso) o Manel (sospechosos). Lo peor de todo no es que afloren bandas como chicharras en campo abierto -es un hecho elogiable y mágnifico-, lo malo es que las vacas sagradas parecen haberse contagiado de las carencias, múltiples, de los nuevos: Sr Chinarro se apunta a la canción del verano, Nacho Vegas se enreda en cuentos y Los Planetas comienzan a perderse -después de que les salvase- en el flamenco.
Pensábamos que el indie nunca moriría sin darnos cuenta de que ya lo había hecho.
(Podéis comprobar la diferencia con la selección de canciones de aquí debajo)
(Podéis comprobar la diferencia con la selección de canciones de aquí debajo)
Dj Eczema
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